Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 14: San Petersburgo

Dos ideas se chocaron y una guerra civil se desató. Lenin llegó al poder y cesó los conflictos bélicos internacionales, a partir de convenios. Una oposición armada fue creada bajo el nombre de Ejército Blanco, y se enfrentaron dos ideas y una división que hizo peligrar el futuro del país.

Los intereses internos o las opiniones absolutas corrieron el eje los objetivos planteados. Aquella revolución iniciada en 1917, estaba en jaque por el descontento de una parte menor de la población, que buscó en los ex aliados militares un consentimiento y un apoyo. Lo logró, pero no salió victorioso.

Ayer, en el partido de Argentina recreé una imagen parecida. La de aquella victoria del Ejército Rojo, liderado por Trotsky, en la batalla más importante para darle unidad al pueblo ruso. Se generó el 25 de octubre de 1922 y fue por la toma de Vladivostok, capital operacional del Ejército Blanco, en donde lo desarticuló y se concretó una unidad. En ese mismo año se creó la URSS.

En una de las noches blancas, casi cien años después, el ejército comandado por Lionel Messi concretó ayer su batalla más importante: conseguir esa unidad de juego.

Si bien, no tenía la fuerza del Ejército Rojo, encontró el resultado final con un lateral vestido de delantero, que con frialdad marcó el 2 a 1 final. Los resultados estuvieron del lado argentino y la paradoja o la causalidad es que aquel héroe se llama Rojo y gritó victoria en San Petersburgo.

La URSS se concretó dos años después de aquella victoria en 1922, a partir de la creación de la constitución y durante sesenta años se mantuvo consolidada.

Esperemos que con la selección sea igual. Que pueda conseguir el éxito y consolidación de un juego propio, pero sin olvidarse de que el fútbol es un deporte de representación nacional y no una máscara para cubrir la represión docente en Chubut o los despidos indiscriminados en la Agencia Télam que están ocurriendo en la actualidad, mientras gritaron el gol de Messi o sufrieron con el penal de Nigeria.

Con algunas cosas no se juega. Hay que hacer que esta victoria y pase a los octavos de final, sea un festejo para el pueblo y no un anzuelo político. Reivindiquemos nuestro 26 de junio, como aquel 25 de octubre, como una victoria nacional en medio de una guerra local entre empresarios y el pueblo argentino.