Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 11: Moscú

Desde que tengo uso de razón, la foto soplando la vela en mi cumpleaños fue siempre una complicación. Siempre. Tener que mantener una sonrisa fingida hasta que aquel tío, que se creía fotógrafo, logre hacer foco y gatillar la cámara, esperando que nadie se haya movido. Algo que no se sabía si lo había hecho con éxito hasta que los rollos eran revelados.

Pero ahora, las nuevas generaciones no conviven con ese problema. Encontraron la solución en las nuevas tecnologías, a partir de las fotos rápidas o de los vídeos, más especialmente en los boomerang. Es la salvación perfecta, y es lo que necesitamos para la selección.

Dentro de un par de horas, las redes sociales se llenarán con imágenes dedicadas a Lionel Messi por sus 31 años de vida. Muchos de los usuarios le dejarán su saludo y su deseo porque pase un feliz cumpleaños, aunque unos pocos aprovechen el momento para seguir machacando por la falta de títulos con la selección.

A pesar de que me parece criticable festejar un año menos de vida, un año más que quedará en las hemerotecas, creo que hoy es necesario. Es el día para ver la foto que todos queremos.

En un presente duro de la selección, en donde cada periodista se convierte en Juez de la Nación o se endiosa para poder dar su opinión como única verdad, se están creando mil historias. Mil novelas. Miles de imágenes que los 23 futbolistas que representan a más de 40 millones de personas construyen en su cabeza y sufren.

No sé qué está pasando dentro de la concentración Argentina. Tampoco no sé si quiero saberlo. Lo que estoy convencido es que estoy esperando la foto rápida o el boomerang del mejor jugador del mundo, con su torta, pero sobre todo con su sonrisa. La que tanto extrañamos, dentro y fuera de la cancha. La sonrisa que necesitamos para seguir soñando.