Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo
Día 26: Minsk (Belarús)
Bielorrusia dejó de existir en 1991, cuando su cúpula de gobierno decidió pasar a llamarse Belarús, un nombre fiel a su primer nombre: “Rusia Blanca”, en ruso. Con el conflicto entre el Ejército Rojo y Ejército Blanco en la conformación de la URSS, este país dejó atrás su nombre para llamarse Bielorrusia, para que no la relacionen con el bando zarista. En el 91’ volvió a sus orígenes.
Ayer, el color rojo y verde de su bandera me dieron la bienvenida en todas las calles del centro de la ciudad de su capital. Juego de luces en la noche y escenarios desmontándose, son la resaca de lo que fue el festejo de la independencia de este país.
A pesar de que varios años después se consolidó como estado independiente, para los ciudadanos de aquí el Día de la República es el 3 de julio, que conmemora cuando en 1944 los nazis dejaron la zona. El saldo fue la muerte de una de cada tres vecinos, un total de 3 millones en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Con relación directa con Rusia, se ven algunas remeras conmemorativas al mundial y seguramente sufrieron por la caída del seleccionado por penales ante Croacia. Muy diferente a Ucrania.
La vinculación es tal, que no tramite visado para entrar a Belarús, ya que me dejaron ingresar con el Fan Id, que es la Visa -aún vigente- para estar en el país anfitrión de la Copa del Mundo 2018. En palabras textuales la guía turística, afirmó: “Si Rusia estornuda, Belarús se resfría”.
En esta ciudad, entre algunos argentinos y brasileros que están dando vueltas, se encuentra la oficina de Alexander Lukashenko, de 61 años, quien ganó en 2015 su quinta elección presidencial consecutiva. Los medios europeos afirman que quien sacó más del 80% de los votos en las últimas elecciones es el último dictador del continente.
Por otro lado, la belarusa ganadora del Nobel de Literatura, Svetlana Alexievich, la catalogó como la “dictablanda” e intentó separar ese premio ganado en 2015 con la actualidad política.
Un dato que nos podrá servir de referencia será la postura que tome frente a los que está pasando en Brasil. Si sigue la fiesta, significará que apoya los presos políticos y aún peor, el “secuestro” -según catalogó el Partido de los Trabajadores- de Lula Da Silva.