La final de la Copa Libertadores se definió, pero habría que titularla de una forma más precisa: ¿cuál elegirías?


Tan lamentable como necesario, el tiempo pide y exige títulos. Las noticias comienzan siendo un titular y aunque de la redacción ya hizo el suyo sobre quién levantó la Copa, me gustaría que intentemos ser más precisos.

Esta final tuvo muchas peculiaridades. Sin dudas, la más curiosa fue el cambio del lugar donde se definió La Copa Libertadores de America: en la capital del país que colonizó, abusó y se robó a gran parte de Sudamérica. Entonces, ¿estaríamos en condiciones de titular “También se robaron la Copa”?

Sí. Pero creo que habría que exponer la contradicción del sistema de seguridad, en donde se cambió de sede porque la Argentina no estaba preparada para impartir orden al partido, pero el Gobierno Español pidió que mandaran agentes policiales argentinos. Por lo tanto, ¿podríamos definirla como “La Copa de la contradicción”?

Pero si desarrollamos la seguridad, deberíamos haber titulado: “La final sin barras”, por la leyes de admiración al estadio y deportación que aplicó este país europeo. Pero rápidamente este se cae, cuando se vio la presencia del barra brava argentino más conocido del mundo, como es Rafael Di Zeo, que con la autorización y la legalidad, se hizo presente en Madrid.

“La final invertida”, también podría ser un gran título, si nos centramos que River Plate fue el conjunto local, pero ocupó el vestuario visitante. Este titular también aplicaría para la venta de entradas: los socios del Real Madrid (equipo que solo alquila el estadio) pudieron comprar primero las entradas antes que los socios e hinchas de River o Boca.

Creo dentro de todos los títulos que barajamos hay una realidad: errores. Se actúa sin lógica y sin cuidar al fútbol. Desde la contradicción y la re programación del partido, hasta la venta del fútbol sudamericano, en donde se le intenta adjudicar toda la responsabilidad a una sociedad que bajo el término de “la pasión”, actúa sin razón. Pero, sin justificar, creo que a los dirigentes del fútbol también les falta actuar con lógica, ¿por qué cómo se explicar que el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, diga que “La Libertadores era una copa dormida”?  ¿Realmente vio las ediciones pasadas? La respuesta de estos interrogantes me da miedo, porque no sería extraño que en los próximos años titulemos: “La final se jugará en el patio de la casa de un jeque árabe”.