Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 19: Moscú

“Si el pelo fuera importante estaría dentro de la cabeza”, alguna vez bromeó Eduardo Galeano sacándose la boina y demostrándole la veracidad de la frase, detrás de una sonrisa. El humor, hermana peligrosa del insulto, marcó el estilo del escritor uruguayo para criticar hasta lo más básico. Una forma de jugar que adeuda muchas selecciones.

La creación de juego, la idea de cómo ganar los partidos, hasta la forma de cómo marcar el gol demuestra el ADN que el técnico intenta plasmar en su equipo. Hay muchas veces que la característica de los jugadores ya preestablece ese gen de juego, como es el caso de España.

Su mediocampo obligó a los técnicos a plantear un sistema con la posición de la pelota. El culpable es Andres Iniesta y es la premisa correcta para seguir afirmando la hipótesis de Galeano.

Con los años, su visión de juego se fue ampliando y es quien más entiende de fútbol. No lo afirmo yo, sino que Juan Roman Riquelme lo planteo después de ser compañeros en el Barcelona Fútbol Club.

Su lectura de este deporte fue creciendo con los años y fue inversamente proporcional a la caída de su cabello. Ayer, en un año de despedidas y con su calvicie ya conocida, le dijo adiós a la camiseta de su selección y se marchó de la Copa del Mundo en octavos de final.

Seguramente ser calvo no tiene relación con ser más inteligente o entender más un juego, pero sí fue la excusa para unir a dos grandes lectores y docentes.

Uno, dentro de la cancha, mientras jugaba leía, observaba y enseñaba. Y el otro, uruguayo y futbolero, que se definió como el mejor jugador de fútbol mientras dormía, supo expresar en letras lo que es el fútbol. Leyó, escribió y nos dejó la Biblia: “El fútbol a sol y sombra”.

A ambos maestros ya los estamos extrañando.