Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 4: Moscú

Navidad nevada en Nueva York, final del Súper Bowl, árabes pone bombas, el ejército estadounidense como salvador, colombianos narcos o dictaduras en Cuba, son construcciones de ficción que las concebimos como lo real. Como un deseo de hacer. Como una necesidad. Como una verdad absoluta. Lo que vemos salta de la pantalla para crear estructuras que enmarcarán nuestra percepción de las cosas, hasta que se rompe. Si ocurre, es una gran victoria. Si no, un fracaso que perdura en el tiempo.

Por eso, ayer festejamos. Festejamos la ruptura, el resultado final. Sin el diario del lunes, entendimos que perdimos dos puntos, pero ganamos más. No estoy haciendo un texto de autoayuda, ni nada por el estilo. Solo quiero reflexionar y romper con la estructura de que Islandia era un país frío, cuando en la cancha se lo noto con temperamento, bloqueando al mejor del mundo. O de que Islandia son todos vikingos en donde demostraron ser jugadores que están a la misma altura que los nuestros. O poco pasionales, cuando la minoría de la cancha se hizo sentir y la adversidad tapó la expectativa.

Que tenemos al mejor del mundo no hay duda, pero con eso no alcanza. Hay que crear nuestra propia película, con nuestro gen. Sin pedir que alguien nos describa intentando enaltecer o destruir nuestra imagen por tener un negocio más o uno menos con el país productor. Quiero la película original y quiero que termine levantando la copa.