Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 15: Moscú

“La Revolución no se hace, se organiza”, habría dicho Lenin, líder de la primera revolución que cambió las reglas de juego en Rusia, pero que repercutió en todo el mundo.

Si lo pudiéramos revivir, aunque sea cinco minutos en el mausoleo que “descansa” en la Plaza Roja de Moscú, le preguntaría si estaba listo. Si estaba preparado para hacer lo que hizo. Y creo que su respuesta sería que “evidentemente no” y lo argumentaría con que le faltó para cumplir su objetivo de establecer en el tiempo la dictadura del proletariado. La imposición de los obreros como dueños de su producción.

Siguiendo con está hipótesis ficticia, Lenin  no podría creer que aquello que logró, hoy este destruido. O sí, pero lo sentiría como un rotundo fracaso. El capital se adueñó de los objetivos, sueños y metas de lo que hoy moviliza a la sociedad.

Si pudiera salir de los monumentos, patearía los carteles de “Visa” que lo rodean y se pondría a analizar qué está viviendo.

Debería leer el “Fútbol a sol y sombra” de Eduardo Galeano para comprender lo que pasa. Por qué hay tantas personas exaltadas por un juego o por qué hay pantallas gigantes en las ciudades que muestran un partido de fútbol, mientras los voluntarios rusos trabajan entre 6 y 8 horas sin cobrar nada a cambio.

Una vez que responda todas las preguntas y entienda lo que está sucediendo, se sentará a ver el partido de ayer entre Corea del Sur y Alemania. Y festejará.

Mirará atento el juego y celebrará -tal vez paradójicamente- el fallo del ojo que lo ve todo: el VAR.

Se alegrará por la victoria del débil ante el fuerte. Del equipo chico ante el ultimo campeón del mundo, a pesar de que ambos queden afuera. Se le esbozará una sonrisa por el momento, por la derrota de Mercedes Benz, pero luego se dará cuenta que entró en el mismo juego en el que vive. En un mundo desigual, difícil de cambiar cuando hay una sociedad bombardeada de información y secretos que la adormece.

El tiempo transcurre tan rápido y cada vez le sacan más derechos al pueblo que no nos damos cuenta. Nos olvidamos que  ayer se cumplió un año del último partido televisado de Fútbol Para Todos o de los 100 trabajadores despedidos en el Ministerio de Economía en los primeros dos meses del Gobierno actual o los miles de pesos que ganan los funcionarios de la Casa Rosada por tener cuentas offshore. Ahora solo es el reclamo de los despidos de Telam y de la represión en Chubut, y mañana serán otros puestos de trabajos perdidos o la muerte de otro pibe por la represión policial.

Antes de que Lenin vuelva a la inmortalidad de su mausoleo o de la historia que vivió Rusia, le preguntaría qué haría. Qué cree que debería hacer él si estaría en nuestro lugar. Tal vez responda: “Hay que empezar a organizarse mejor”.