Australia jugó un partidazo y casi arruina la jornada argentina. Muy ordenados a la hora de defender, bien plantados en todo el campo y una presión alta, que obligó a Dibu Martinez a despejar la pelota desde el fondo en dos oportunidades. Si bien la primera media hora del encuentro parecía una muralla, Argentina logró romperla con un tiro desde afuera de Lionel Messi. Toques cortos y de primera, y un bombazo de este pibe de 35 años que abrió el marcador. 

El CM de River es el que lo festejó más tranquilo. En los cuatros partidos del mundial acertó quién iba a marcar en Argentina. En el primer partido puso “Hoy juega Argentina” con una foto de Messi y Leo marcó. En el segundo, una de Enzo Fernández y también marcó. En el tercero, una de Julián Alvarez y también hizo lo suyo. Y en horas previas a este partido, había vuelto a publicar la de Messi. También acertó. Parece que lo predice o, al menos, le da un superpoder. ¿Es una boludez? Sí, pero elijo creer. 

Una hora antes de que arranque el partido en el Estadio Ahmed Bin Ali -que se conoce como la puerta del desierto, ya que a partir de ahí hay solo arena- en la zona 342 y en la fila Y de la grada estaban los campeones del mundo: Ubaldo Fillol, Carlos “chino” Tapia, Ricardo Giusti, Sergio el Checho Batista, Julio Olarticoechea y Héctor “El negro” Enrique. Cuatro filas más abajo, estaba Oscar Ruggeri de traje con la camiseta de la Selección Argentina y, a su lado, Diego Latorre. Parecía un oasis de fútbol y tranquilidad en medio de hinchas fanáticos, desbordados emocionalmente por el ritmo del partido. 

“¿Qué tal? dijo el hombre rutinario”, se escuchó dos veces por los parlantes del estadio. La primera vez fue a los 34´ y la segunda a los 56´. Y, claro, así arranca la canción de Luz delito de Wos, el tema que eligió la Selección Argentina para celebrar los goles. Cada uno de los equipos eligió su tema y cuando marcan, el ritmo del estadio cambia. 

Después de los 56´, Argentina siguió intentando marcar otro. Jugaba bien, intentaba buscar huecos, pero no consiguió ampliar el resultado. A los 76´,  el australiano Craig Goodwin remató, la pelota rebotó en Enzo Fernández y terminó dentro del arco argentino. 2 a 1. Se venía el momento de sufrir.

Con el diario ya impreso, no hay que agregar más épica ni drama. El partido terminó sin más goles, pero habría que analizarlo. Es que los jugadores argentinos ya se los notaba cansados. Menos de 72 horas entre el partido de Polonia y este. El Dibu logró contener lo que fue la situación más clara de peligro: un mano a mano dentro de área. Atajó y primero Lisandro Martínez se desplomó a centímetros de la línea de gol. A un metro de él, Enzo Fernández y Nicolás Otamendi se lanzaron sobre Dibu Martínez. La pelota estaba segura y el partido a segundos de terminar. Era la atajada que Messi y los otros 47 millones de argentinos necesitábamos. Por un momento, nos sentimos contentos y cuidados por el Dibu Martinez. Nos dio seguridad de que todo iba a estar bien, de que la tensión ya terminaba y nos tranquilizó. Con sus manos, nos hizo upa a todos y ahora estamos entre los ocho mejores del mundo.