La llegada de distintas comunidades a lo largo de la historia consolidaron palabras y formas propias de hablar en Neuquén.
El acento es la forma hablar basada en el ritmo, la velocidad, el tono y la duración de las palabras. Depende de cómo se emplea, podría representar a la comunidad en la que vivas. Si bien hay provincias en el país que ese canto está marcado -como Córdoba, Mendoza o en la zona mesopotámica-, Neuquén, ¿también tiene su propio acento?
A partir de esa pregunta, se generaron decenas de respuestas a partir de la observación. Letras estiradas, palabras o terminologías solo neuquinas. En esta nota se intentará hacer un recorrido por la historia y la lengua, para poder determinar cuál es el acento neuquino.
Para acercarnos a una aproximación, hay que repasar la consolidación de Neuquén como provincia. La historia expone fuertes inmigraciones, que no solo trajo cultura, sino que acentos y palabras nuevas que se pusieron a competir con los acentos y las palabras ya existentes.
Repasemos la historia
Silvio Winderbaum es docente de historia y director de la editorial Pido la Palabra. Durante los últimos años, investigó, escribió y editó dos libros sobre mapuches: “Pueblo Mapuce, una Nación” (2021) y “Territorio Mapuche Recuperado” (2021). “Para poder entender la historia neuquina, tenemos que tener en claro la influencia mapuche y chilena. Muchos tienen prejuicios con esto, pero es trascendental para poder entender la cultura y la lengua actual”, sentenció Winderbaum.
Es que, según relató, en todos los procesos migratorios que atravesó el territorio de Neuquén, los chilenos y mapuches estuvieron presentes. “Acá había miles y miles de mapuches cuando el ejército llegó. Y se les dice que eran chilenos porque cuando los censaron no les pusieron mapuches porque no los querían reconocer como tal”, aseguró el docente.
Además, puso en contexto: “En aquel tiempo cuándo había problemas, tanto en Chile como en Argentina, los mapuches cruzaban la cordillera. Iban y venían todo el tiempo, porque en nuestra provincia la Cordillera de los Andes es mucho más permeable”.
En las primeras décadas del Siglo XX aparecieron las primeras inmigraciones al país. De esa gran masa que llegó en barco desde Europa, un porcentaje muy pequeño es la que llegó a Neuquén. “Ahí llegan los turcos y rusos. Que en realidad eran sirios libaneses y judíos, pero les decían turcos y rusos. En esa oleada, llegaron los Sapag, lo Jalil, y fueron familias que llegaron a Zapala y Neuquén, y años después se fueron moviendo aún más al interior de la provincia”, explicó.

Años después, los españoles e italianos que no tuvieron futuro en Buenos Aires, comenzaron a migrar al interior del país. “Muchos de ellos son los protagonistas de lo que hoy tenemos, como es el Cine Teatro Español o las asociaciones italianas, “agregó.
Durante los siguientes años, se generó esa interculturalidad entre las comunidades que ya existían con las que ingresaban. No solo intercambiaron formas de vida, palabras, sino también los problemas, el tipo de consumo, la forma de producción. Y dentro de esta oleada de sirio libaneses, judios, españoles e italianos, los chilenos y mapuches seguían entrando y saliendo. Si bien en la década de 1920 se colocaron los pasos fronterizos y se intentó regularizar la situación, hasta estos días hay decenas de cruces ilegales.
La siguiente gran inmigración se produjo en 1960, cuando se empezó a construir la represa de El Chocón. “La mano de obra fueron chilenos y mapuches”, recalcó el historiador. En 1972 se inauguró la primera turbina y para esos años, ya habían llegado más de 4 mil personas a vivir en la villa temporaria entre los que también habían bolivianos, paraguayos y personas de todas partes del país.
Durante esos años, comenzó el trabajo de YPF en Neuquén. En la década del 70 empezó a crecer la localidad de Rincón de los Sauces y algunos años antes, con la políticas del presidente Arturo Frondizi, Plaza Huincul y Cutral Co. “Continúa el proceso migratorio en la actualidad, pero son pequeñas y más recientes. Hay una migración de bolivianos, que es muy notable en todo el Alto Valle, que ocupan chacras en Centenario. Además, una ola de senegaleses y venezolanos, que sucedió en todo el país y Neuquén no fue ajena a eso”, agregó Winderbaum en diálogo con LMN.
Ante la pregunta, cómo podría definir al neuquino, Winderbaum aseguró: “No existe un modelo como tal. O por lo menos ahora, no. Es decir, el neuquino es hijo de todas estas oleadas migratorias de las que hablamos. Y la ciudad de Neuquén en particular es una ciudad muy cosmopolita y lo va a seguir siendo. Lo fue siempre, mucho más ahora por Vaca Muerta y todo el crecimiento de la región, y lo que se va a intensificar es la desigualdad histórica de la capital”.

Oleadas que influyeron
Y, entonces, ¿cómo influyeron todas estas oleadas en la lengua? ¿Cómo se puede determinar el acento neuquino?
El docente de lingüística de la UNCo, Gonzalo Espinosa, planteó una forma de ver estas influencias. Aseguró que cuando hay inmigración se instauran en el territorio distintas opciones en la lengua.
“Una opción que viene de una comunidad A y otra opción de una comunidad B que compiten. Cuando hablamos de opción decimos una palabra; o una estructura o cómo se organiza las palabras; o también la pronunciación, el cantito, el color, el tono. Dentro de estas tres opciones, podemos tener siempre una competencia y a la largo del tiempo gana una. Y la pregunta es: ¿por qué gana una? Mucho tiene que ver la cuestión política, de cómo se escolariza o cuál es la forma correcta que ellos creen”, explicó.
“Esa opción ganadora que se elige a propósito y se siente que es mejor, va a quedar en la sociedad e inconscientemente, y la gente va imitando esa forma. Y se olvida de las otras opciones. Existen casos en que los individuos pueden mantener una forma de hablar en la casa y otra en el trabajo o en la sociedad, y eso sucede”, sostuvo en diálogo con LMN.
Esto se puede observar en el norte de la provincia, que seguramente por la influencia de la provincia de Mendoza, muchos vecinos preceden un artículo a los nombres propios: “el Gonzalo” o “la María”. Es posible que en algún momento la inmigración de esa zona neuquina haya recibido influencia que haya puesto a competir el nombre propio con el artículo y sin el artículo, y que haya ganado “vamos a la casa de la María”, en vez de “vamos a la casa de María”.
Como sucedió en Córdoba con los primeros pobladores. “Es probable que los cordobeses hayan tenido un canto y la influencia de otro canto generó el canto actual. Lo mismo en Mendoza, que tienen la gran influencia de Chile o en el noreste del país tiene la tonada del guaraní. Y está bueno cuando hablan, sabés de dónde vienen y ese acento es el resultado de muchas competencias: tanto de palabras como de ritmo, velocidad, tono y duración”, ejemplificó.
Además, aclaró: “Cuando hablamos de comunidades, puede ser que hablemos de una comunidad dentro de la misma lengua. Dentro de una comunidad podemos hablar de argentinos que vienen de Córdoba o de otra provincia que llegan a Neuquén. Ahí tenemos un contacto no tan distinto, que solo cambia el color o el canto. Después tenemos comunidades que provienen de una lengua distinta, que la diferencia son mucho mayores. Como el italiano, el mapudungun y todas esas lenguas están presente en los individuos que migran y eso va tiñendo la forma de hablar”.
Por su parte, Espinosa resaltó la influencia del mapuche en el tono neuquino: “No solo en palabras, sino que en el color de los sonidos. En la forma de hablar que puede venir de la lengua mapuche o de otros pueblos”.
Al intentar acercarse al acento neuquino, el lingüista explicó: “Para poder determinar el acento, hay que pensar que en cada comunidad tiene un color. Pero cada una de las comunidades que migran ponen a competir su tono y sus palabras, con el color ya existente. Y esa mezcla constantemente genera ese color difícil de definir. Esa mezcla de comunidades y colores, que se modifica día a día, es el acento neuquino”.
En las grandes capitales hay multicolores. Y dentro de esa diversidad, ¿qué color gana? “Y bueno, van a ganar los rasgos y el ambiente donde te muevas. Siempre va a prevalecer el color, es decir el acento, que me conviene para insertarme en la sociedad. Por ejemplo, fijate cuando un nene mira un dibujo con un tono o acento marcado, lo va a imitar. Pero después lo va a abandonar porque no corresponde a su comunidad. Como pasa con la palabra ‘pastel’, lo mira en un dibujito y lo desecha rápido a la palabra porque su entorno no lo usa”, desarrolló.
¿Y la tonada neuquina es…?
Dentro de esta mixturas de colores y de acentos, hay destellos particulares en nuestra provincia. Si bien cada uno de los sectores tiene tonadas marcadas, ninguno de los dos entrevistados puedo asegurar cuál es el acento neuquino. “Es que cambia todo el tiempo y no tiene una marca profunda. No tienen un canto particular”, aseguró el lingüista , mientras que el historiador planteó: “No hay que seguir buscando una identidad neuquina. Todavía no la tiene porque sigue siendo hija de todas las inmigraciones y continúan llegando profesionales, trabajadores y turistas al día de hoy que van tiñendo la cultura”.
Más allá de que no se pueda responder aún cuál es el acento neuquino, hay rasgos, tonos y palabras propias. Espinosa planteó un ejemplo, vinculado a la palabra “Ruquito”. “La escuché por primera vez hace poco y le pregunté a mi padre si sabía qué significaba y explicó que cuando hacés un ruquito, es para que el chivo vaya ahí, que es una zona segura. Y después, me di cuenta que `ruca´ es casa en mapuche e “ito” viene del castellano. Entonces, `ruquito´ es una muestra que las palabras también se pusieron en competencia y ganó, haciendo un mix entre las comunidades”, describió.
Lo mismo ocurre con ‘tuit’ o con ‘mutear’, palabras que proceden del inglés y que se transforman en el castellano. Tuit, previene de “tweet” y mutear de “mute”. “Esto lo digo porque estamos en constante cambio todo el tiempo. Uno puede decidir de qué manera hablar, pero no sé cómo va a hablar mi hijo. Y ese color que va a quedar en la zona donde vivimos no lo podemos controlar. Las grandes influencias son los grandes medios y las escuelas que homogenizan para que nos podamos entender”, explicó.
Tras el repaso histórico y la teoría, la aproximación del acento neuquino se puede definir con grandes aportes chilenos y mapuches, y con influencias que se fueron transformando a lo largo del tiempo. Entonces, tal vez el acento neuquino sea ese: producto de las grandes inmigraciones de trabajadores que alimentan a que Neuquén a sea un territorio cosmopolita, productivo y con reconocimiento ancestral. Un acento que cambia día a día, que incorporó palabras de decenas de comunidades y que entre las competencias que se están dando aún ninguna sacó ventaja.