Este es un diario de viaje que se fue escribiendo durante los 33 días que duró mi experiencia mundialista, que recoge la historia de Rusia, la vida en sí y la noticia de la Copa del Mundo


Día 31: Helsinki

El recurso que utilizaron -y siguen utilizando- muchas películas de superhéroes es la doble identidad.

El director creaba una vida relacionada a la que cada uno puede tener, escondiendo los superpoderes que nadie posee, y una vida alternativa, con su máscara, haciendo lo que con su rutinaria no puede lograr.

Ayer, por mi computadora, vi una imagen similar, pero con algunas diferencias. Un hombre se disfrazó para dar una conferencia de prensa, pero no escondió su identidad inicial e intentó dar un mensaje engañoso: “Este es fue el mejor mundial de la historia”.

La segunda identidad era un intento de voluntario, con su campera roja típica. Le dio la felicitación a estos trabajadores esclavos que hicieron posible este mundial.

Según publicó ayer Tiempo Argentino, 17.000 fueron los jóvenes que estuvieron en las doce sedes y en las once ciudades. Siempre predispuestos. Tuve la suerte de tomar confianza con una de ellas en Kazán, quien me contó que debía trabajar 6 horas, pero siempre se quedaba dos o tres horas más, porque “no alcanzaban a cubrir todos los horarios”. Y cuando le pregunté si le pagaban algo, me respondió: “No, ni los viáticos”.

El 7% de estos voluntarios vinieron de otros países, donde la -empresa internacional- FIFA no se encargó ni de tramitarles el alojamiento. Ellos se tuvieron que hacer cargo de todo.

La experiencia habrá sido muy buena, pero sin estos jóvenes hubiera sido imposible tener un orden en las ciudades sede. Los rusos en su gran mayoría no hablan inglés y si bien la ciudad se preparó para los turistas (por ejemplo, se tradujeron los carteles de las estaciones de metro), era imposible ubicarse o comunicarse con la seguridad de los estadios o de los lugares públicos o turísticos.

Mientras hoy se jugará un partido por el tercer puesto y para ver quien se queda con los 24 millones de dólares que se le otorga, los voluntarios están volviendo a sus casas. El presidente se sacó el disfraz y volvió a seguir guardando dinero en las arcas de Zúrich, en tanto se discute si está bien la decisión de la FIFA en jugar el mundial de 48 equipos.

Espero que en estos cuatros años, entre los cuestionamientos sobre cantidad de selecciones, fecha en que se juegue o árbitros que se convoquen, esté la desaparición del esclavo disfrazado de voluntario y haya 17.000 nuevos puestos de trabajo.