El mundo del arte quedó conmocionado el 12 de febrero de 1994, cuando la noticia del robo del icónico cuadro “El Grito” del pintor noruego Edvard Munch se propagó por todo el mundo. El cuadro, que se encontraba en el Museo Nacional de Oslo, había sido sustraído por un grupo de ladrones que ingresaron por una ventana rota en una audaz operación que duró apenas 50 segundos.

Pero lo más llamativo del caso fue la audacia de los ladrones, quienes no solo lograron burlar la seguridad del museo, sino que además dejaron un cartel en la escena del crimen, dirigido a las autoridades: “Gracias por la poca vigilancia”, decía el mensaje. En los días siguientes al robo, la prensa de todo el mundo se hacía eco de lo sucedido y se especulaba sobre los posibles responsables del robo.
Con el paso de los días, la policía noruega logró detener a varios sospechosos, incluyendo al joven futbolista Paul Enger, quien había sido una de las estrellas emergentes del fútbol noruego en aquel momento. Enger, de tan solo 23 años, había sido contratado por el equipo de fútbol del Viking Stavanger, pero su carrera en el campo de juego se vio interrumpida por su implicación en el robo.

Enger, quien había sido uno de los cerebros detrás del robo, había participado activamente en la planificación y ejecución del mismo. La policía logró dar con él después de una larga investigación que incluyó seguimientos y escuchas telefónicas. Cuando finalmente fue detenido, Enger se declaró culpable del robo y reveló los detalles de cómo se llevó a cabo.
Según sus declaraciones, Enger y sus cómplices habían estado planeando el robo durante meses, estudiando la seguridad del museo y buscando una forma de ingresar sin ser detectados. Finalmente, encontraron una ventana rota que les permitió entrar sin ser vistos. Una vez dentro del museo, se dirigieron directamente a la sala donde se encontraba “El Grito” y, en cuestión de segundos, lo sacaron del marco y lo guardaron en una bolsa. Luego, salieron del museo y huyeron del lugar en un coche que los esperaba en la puerta.
La noticia de la implicación de Enger en el robo del “El Grito” sorprendió a muchos en Noruega, donde el joven futbolista era considerado una estrella en ascenso. En su carrera en el campo de juego, Enger había demostrado tener una gran habilidad para el fútbol, marcando numerosos goles y recibiendo elogios de la prensa deportiva.
Pero ahora, su nombre estaba asociado a uno de los robos más audaces y espectaculares de la historia del arte. Enger se enfrentaba a cargos por robo agravado, y su carrera como futbolista parecía haber llegado a su fin.
Finalmente, Enger fue condenado a seis años de prisión por su participación en el robo de “El Grito”. El cuadro, que había sido recuperado por la policía unos meses después del robo, fue devuelto al Museo
¿Es cierto que este robo revalorizó el cuadro?
Sí, es cierto. El robo de “El Grito” no solo capturó la atención del mundo entero, sino que también revalorizó la pintura. Después del robo, la pintura alcanzó un estatus de leyenda y se convirtió en un objeto de gran deseo para los coleccionistas y amantes del arte.
La obra de Munch se convirtió en un símbolo de la vulnerabilidad del arte frente al crimen y la falta de seguridad en los museos. A raíz del robo, muchos museos en todo el mundo comenzaron a invertir más en medidas de seguridad para proteger sus colecciones.
Además, el hecho de que la pintura fuera robada aumentó su notoriedad, y se convirtió en un objeto de conversación en todo el mundo. El público en general se interesó más en la pintura y su significado, lo que llevó a una mayor valoración y apreciación de la misma.
En resumen, el robo de “El Grito” no solo fue un acto de delincuencia, sino también un evento que tuvo un impacto significativo en el mundo del arte y la cultura.