La localidad en el corazón de Vaca Muerta se llenó de personas. Los vecinos continúan conmocionado, mientras sus calles se llenaron de “extraños”.

El estallido se escuchó en todo Aguada San Roque. Aquel estruendo de las 14:30 fue el inicio de un sinfín de sirenas, policías, bomberos, investigadores y peritos. En menos de 24 horas, la tragedia convocó a decenas de intrusos, entre el dolor y la bronca de sus vecinos por haber sido el escenario de la muerte de dos trabajadores.

Al caminar por sus calles, diversas miradas surgen desde la ventanas, entre la curiosidad de saber quién ingresó al pueblo y reticentes a hablar. “Es que el dolor está latente”, dijo a LM Neuquén Verónica Cerro, vecina del pueblo y madre de una nena de 7 años que este miércoles debería haber tenido su primer día de clases presenciales, después de que se decretara la cuarentena.

“Mi hija está muy enojada, ella tenía todo listo y pasó esto”, describió y expuso la realidad familiar: la bronca de los nenes por no volver a la presencialidad y el terror de los padres porque esto “puede volver a pasar”, pero con sus “hijos dentro”.

La presencialidad se convirtió casi una utopía para la mayoría de los vecinos de Aguada San Roque, ahora sumida en esta tragedia que vuelve a postergar el inicio de clases. Si bien este martes habían comenzado, solo había lugar para dos cursos, y este miércoles le iba a tocar a segundo año y al resto de los alumnos.

Mientras parte de los intrusos hablan con Verónica, sus hijos corren a esconderse. No quieren estar cerca. Entre el miedo y la vergüenza, no están acostumbrados a ver tanto movimiento en el pueblo donde viven menos de 300 personas. Su casa está a 60 metros de la escuela, que alberga a la mayor cantidad de “extranjeros”, mientras decenas de policías controla los movimientos e impiden el ingreso al lugar de la tragedia.

A 20 horas de la explosión, aún se observa las marcas que dejaron las llamas sobre la pared y la brutalidad de la explosión que rompió una parte de la pared y el techo. Policías entran y sale. Criminalística busca un maletín y vuelve a ingresar a la parte más daña de la estructura. Por fuera, en la puerta principal y lejos de donde habría explotado un calefactor, se escuchan preguntas. Hay susurros, ninguna confirmación y muchas dudas.

“No te puedo decir nada porque hay secreto de sumario”, repitió una y otra vez el Presidente de la Comisión de Fomento de Aguada San Roque, Claudio Moyano, a LMN. Entre el frío y las restricciones, lo único que se le observa al funcionario son sus ojos. Rojos, cansados, posiblemente carga con el dolor de las 300 familias que hoy lloran a dos desconocidos: “El pueblo está de luto”.

Intenta mandar energías a las familias de los operarios y “fuerzas” a la docente para su recuperación. “Hoy hay muchas hipótesis y lo único que nosotros queremos es que todo esto se aclare“, apuntó.

Aguada San Roque no tiene conexión a gas natural y el tipo de gas que se carga en estos zeppelin es más explosivo, ya que cuenta con más presión de carga. ¿Se podría haber evitado si había conexión natural? Hasta este momento, no hay confirmaciones de eso, pero se cree que hubo otra falla.

Los vecinos salen a buscar leña para calefaccionarse y por eso la familia de Verónica Cerro no estaba en el momento de la explosión. “Hubiera sido terrible si lo hubiéramos vivido, porque el dolor que quedo fue muy grande”, dijo y concluyó: “Más allá de eso, el dolor se siente en el pueblo, ¿vió?”.